En un entorno como el actual, la diferencia entre la supervivencia y el cierre para muchas empresas puede residir en su capacidad para financiarse. Según Banco de España un 67% - 69% de las PYMEs en España tendrán necesidades de financiación relevantes durante el año 2020.
Entre todas las fuentes de financiación hay una rama que permite aprovechar la fortaleza financiera de los clientes en beneficio de la propia empresa con el objetivo de obtener financiación; las operaciones de financiación de circulante, factoring, descuento de facturas, etc…
Esta característica puede ser muy positiva para empresas que tengan sus fuentes de financiación copadas o que no se encuentren en la mejor situación financiera.
Sin embargo, hay una circunstancia que dificulta el acceso de muchas PYMEs a esta fuente de financiación: el riesgo cedente.
El riesgo cedente
El cedente en una operación de factoring es la empresa que recibe la financiación, pero que no es, en principio, el deudor de la misma.
El cedente es titular de una deuda comercial mediante la cual el deudor debe pagarle una cuantía a un plazo determinado. El cedente, cede a la entidad financiera esa deuda a cambio de recibir su importe en el presente (menos un coste de financiación y gestión que aplica la entidad).
El conocido en el sector financiero como el riesgo cedente, es aquél por el cual la entidad financiera asume riesgo del cedente en vez del deudor, y esto ocurre cuando el crédito comercial no existe o no es exigible.
La existencia de este riesgo ha traído consigo tradicionalmente grandes problemas al desarrollo de los productos de circulante. A continuación describimos algunas de sus implicaciones:
Necesidad de procesos de verificaciones o aportación documental que justifique la existencia de las operaciones
Limitaciones al uso del producto: tradicionalmente estos productos han concentrado su actividad en grandes cedentes, ante los cuales, una reclamación de una potencial deuda es más viable. Esto ha limitado el acceso a muchas PYMEs a estos productos, a pesar de ser el producto más adecuado para financiar a muchas de ellas, gracias a la calidad crediticia de sus deudores.
¿Qué hay detrás de estas situaciones?
La casuística es variada, pero realmente las situaciones se reducen a los siguientes casos:
Discusiones comerciales habituales en el tráfico mercantil: en este grupo se encuentran la mayoría de las situaciones en las que existe riesgo cedente, si bien son las menos problemáticas, ya que habitualmente se resuelven, ya sea a través de la devolución de los importes por parte del cedente o por el pago del deudor. Al no existir mala fe, las posibilidades de recobro son mayores. Además, estas situaciones suelen afectar a partidas específicas, no siendo generalizadas.
Empresas en situaciones financieramente “delicadas”: en este caso hablamos de empresas que dada su situación financiera, buscan en la contabilidad imaginativa o en las operaciones de factoring ficticias una forma de seguir operando mientras intentan revertir la situación. En estos escenarios, la pérdida suele ser mayor para la entidad, ya que las empresas involucradas suelen estar en una situación muy problemática (habitualmente más de lo que reconocen). Facturaciones infladas, connivencias con los deudores o facturaciones cruzadas entre cedente y deudor, suelen ser las herramientas más habituales en estos casos.
Defraudadores profesionales y bolas de nieve: estos casos suelen ser los que generan un mayor quebranto para las entidades, ya que o están perpetrados por personas que desaparecen una vez generado el beneficio (dejando en muchas ocasiones testaferros como responsables jurídicos), o la bola de nieve se ha hecho realmente grande a lo largo del tiempo. A los casos anteriores de facturaciones infladas, connivencias y papel pelota, se unen los casos de suplantación de la identidad del deudor y la conocida estafa del nazareno. Éste último timo, consiste en realizar una serie de operaciones aparentemente lícitas de pequeño importe que se cobran sin problemas, para pasar a solicitar grandes sumas de dinero y habitualmente con cierto sentido de urgencia…se pueden imaginar que a vencimiento de esa deuda, no hay nadie para coger el teléfono.
¿Cómo afrontarlo?
Todas estas casuísticas hacen del factoring y productos similares, productos con un riesgo adicional relevante, que además es difícilmente gestionable sin las herramientas adecuadas.
Aún así, el factoring es un producto en crecimiento – sólo en España ha crecido un 52% según la AEF en el periodo 2015 - 2019 – pero hay una gran oportunidad para profundizar en vías de gestión de los productos de circulante que permitan aportar estas soluciones financieras en la tipología de empresas a las que realmente podría beneficiar en mayor medida: las PYMEs.
Las soluciones pasan por buscar mecanismos no intrusivos que aporten la seguridad necesaria para que las entidades ofrezcan esta fuente de financiación a las PYMEs que más lo necesitan.
Desde KYCredit trabajamos para que nuestros servicios de información avanzada permitan tomar las mejores decisiones en el tráfico mercantil; incluyendo las decisiones sobre si hay posibilidades o no de estar siendo objeto de un intento de fraude en una solicitud de factoring, redundando en una mayor capacidad de financiación a nuestras PYMEs.
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